La edad aparente no siempre coincide con la edad real. Las pieles no envejecen todas de la mima manera. Hay factores endógenos y exógenosque determinan cuando se produce su desgaste o deterioro.
La epidermis sufre dos tipos de envejecimiento que no siempre se corresponden. Uno es de tipo biológico, está programado genéticamente y depende de la producción hormonal, que va disminuyendo a medida que envejece. El otro tiene que ver con el estilo de vida y el medio ambiente. El estrés, taba-co, medicamentos, hábitos alimenticios, calor, frio, contaminación ambiental y especialmente exposiciones al sol, aceleran este proceso lento e inevitable afectando a todas las estructuras de la piel. Renovación Celular. El proceso de queratinización permite a la piel renovarse cada 28 días mientras se es joven. Tiene por objetivo crear una capa córnea que medie con el exterior y proteja a la piel de los factores ambientales. Durante los primeros 14 días las células nacen y se multiplican en la capa basal. Cuando van subiendo a la superficie tejen su estructura de queratina y se engrosan a base de los lípidos de manera tal que aumentan su peso seis veces. Luego durante los 14 días siguientes, las células se aplastan liberando su contenido en lípidos y se estructuran en hileras. Cuando llegan a la superficie, forman una capa córnea, que es flexible y compacta que se asemeja a una pared de ladrillos donde los ladrillos serían las células y el cemento los lípidos que las unen. De este tejido epidérmico, que va exfoliándose en forma natural e imperceptible, depende la apariencia de la piel. A partir de los 25 años aproximadamente, la epidermis va perdiendo vitalidad, para poder renovarse al mismo ritmo. Las funciones de la piel va comprometiéndose y la capa córnea ya no funciona eficazmente como barrera. A partir de los 50 años, el proceso de queratinización puede alargar el ciclo hasta más del doble.
Alteraciones que provoca el envejecimiento en la piel
Capa Córnea. La renovación celular al ser más l enta da como resultado queratinocitos y lípidos de mala calidad que pasan a comprometer la función “barrera” de la capa córnea, lugar donde se forman acúmulos irregula-res, impidiendo que la luz se refleje en todas direcciones. Dando lugar a tonos opacos y sin luminosidad. Dermis: las fibras de sostén, colágeno y elastina que allí se encuentran van perdiendo poco a poco sus propiedades de recuperación. Los fibroblastos (células encargadas de producirlas) ralentizan su actividad y la piel también va perdiendo el “colchón” que las sujeta. Finas líneas de ex-presión, aparecen en las zonas de mayor tensión debido a la gesticulación, se convierten en arrugas cuando la flaccidez la marca dándoles un aspecto dramático. Hipodermis: el tejido conjuntivo que rodea a los lóbulos grasos se esclerosa. Las glándulas sudoríparas se atrofian y las células grasas disminuyen. Como la piel va perdiendo tonicidad y flexibilidad, deja de ejercer como muro de contención para los tejidos grasos que obviamente “caen” siguiendo la ley de gravedad. Arrugas: cuando la piel envejece, la red que caracteriza al microrelieve cutáneo desaparece progresivamente, para dar paso a las arrugas poco profundas, que al principio, están orientadas en una sola dirección y, más tarde, se cruzan entre sí para dar lugar a una cuadrícula que aumenta en profundidad. Deshidratación: cuando papel pierde densidad es menos resistente a las tracciones. Debido a la alteración de la película hidrolipídica, que ya no cuenta con secreciones propias de las glándulas grasas y sudoríparas, se produce una pérdida excesiva de agua.
Arrugas de expresión: las primeras que se instalan son las arrugas de expresión, ante-cedentes de surcos profundos que se manifiestan primera-mente alrededor de los ojos, el surco nasogeniano, la frente y el entrecejo.